Cabo Cañaveral (Florida) 20 de julio de 1969
a las 10h 56m hora local
Con el Sol en
la Undécima Casa, el hito histórico de llegar a la Luna, nos aportó una idea de
grandeza como especie. Que, por primera vez en la historia, vivimos en “directo”
como una tormenta emocional que le dio la vuelta al mundo, cambiando para
siempre como nos veíamos como conjunto. Para los más jóvenes, es difícil tener
conciencia de esto, ya que ellos se encontraron un mundo donde todo ocurre en
directo y, más o menos, da la vuelta al mundo, dejando una huella nítida sin
que ello les sorprenda.
Cuando interpretamos
una carta astral para un colectivo, en este caso la humanidad entera, la casa
donde se halla el Sol indica el ámbito dónde se manifiestan las expectativas colectivas
y el potencial del mismo.
El Sol tiene el
poder de fomentar el crecimiento y la madurez, de llevar a la práctica opciones
nuevas y de crear alternativas.
La Undécima
Casa refleja nuestro deseo de alcanzar una determinada identidad o posición por
medio de la identificación con el grupo. Representa nuestro círculo de amigos,
experiencias colectivas, ideas humanitarias y visiones futuras destinadas al
progreso de la sociedad en que vivimos.
Con ese Sol en
casa once, desde entonces (1969), en el inconsciente colectivo está grabado que
nuestra identidad, como humanidad, debe estar vinculada con una unidad mayor
que nosotros. Se estable, la idea de pertenecer a un grupo mayor que el
reconocido como humanidad, haciéndose cada vez más necesaria. Durante estos 46 años, ese
concepto ha ido calando en la conciencia colectiva con mucha fuerza. Hay que
tener en cuenta que el reconocimiento personal puede ser obtenido mediante la
pertenencia a un grupo, y no es excepcional que alguien que tenga el Sol en
esta casa se eleve hasta una situación prominente o que llegue a ejercer su
influencia en diversos tipos de organizaciones.
¿Por qué me intereso por este tema, en este momento?
Porque, el custodio
del inconsciente colectivo, Plutón, está a punto de alcanzar, en tránsito, un trígono
con la posición que tenía el 20 de julio de 1969. Al darse este tránsito en
signos de tierra (virgo y capricornio) se favorece extraordinariamente que, en
los próximos meses y años, de forma colectiva, vivamos eventos muy importantes
en este ámbito: se hace tangible la capacidad de comunicarnos y relacionarnos
con seres de otra especie o lugar y quizás la capacidad de entrar en contacto
con algo más grande que nosotros. Se producen las circunstancias astrológicas propicias
para que ocurra algo tan importante como en su momento fue conectar los
continentes y sus culturas. Esto dará lugar, al final de esta segunda década del siglo veintiuno, a un
nuevo renacimiento.